Cuando se empieza la vida de universitario, uno pronto se da cuenta de que la realidad está bastante lejos de la ficción. Hay pocas producciones españolas centradas en la etapa universitaria, cuando de otras etapas educativas hay bastantes ejemplos; así, uno tiende a tener como referencia lo que vemos de producciones extranjeras, mayormente norteamericanas. Y claro, es normal que mucha gente se lleve un palo.

Porque amigos, hay que reconocer que la vida de un estudiante universitario en nuestro país tiene muy poco que ver con el glamour que se ve por la tele de otros lugares. Aquí no se tiene tanta independencia, no tenemos dinero para mudarnos a un piso o a una residencia universitaria, ni papá nos compra un coche para celebrar la graduación… Y bueno, nada que ver nuestros botellones, tan largamente criticados, con esas fiestas universitarias salvajes que las hermandades montan cada fin de semana, donde el vicio y el desfase son los protagonistas principales. ¿Y qué me dices del sexo en la universidad? Ya te puedes ir olvidando de esas chicas liberales que van a la facultad a lucir palmito y a ver cuántos tíos se follan; aquí, con suerte, te encuentras a alguna que otra a la que le va un polvo en los aparcamientos, pero la gran mayoría piensa en cómo sacar la carrera lo antes posible, con lo que hay pocas ocasiones en las que se las puede pillar con la guardia baja. Mi consejo, en estos casos, es que no te pongas muy exquisito, y aproveches lo que puedas.

Por mucho que nos pese, los universitarios españoles vivimos una vida más bien aburrida, sin muchas salidas (aunque las que hacemos suelen ser sonadas), y con bastante enganche al porno gratis. No es un hecho que se pueda discutir, es evidente que es así, no sólo por las visitas que puedan contabilizar las webs porno, sino por el evidente interés por la categoría de jovencitas xxx. Sí, somos soñadores, nos gusta lo que no podemos tener, y lo bueno de internet es que pone al alcance de nuestra mano la imagen de cualquier fantasía que podamos tener. Y ahí sí que somos capaces de ver el perfil de chica universitaria que nos gustaría, aunque claro, esté muy lejos de lo que somos capaces de ver cada día en la facultad. Al final, acabamos siendo una panda de veinteañeros reprimidos, con un perfil pajillero y yendo a cañón en cuanto se nos presenta la oportunidad.

Sin embargo, creo que nuestra vida debe ser mucho más sencilla que la de esos universitarios de algo standing, porque no tenemos por qué parecer lo que no somos. Debe ser muy difícil llevar un currículum medianamente bueno mientras uno tiene que llevar por delante cierto status, en el que se incluye tener éxito con las tías, ser encantador con las profesoras, ir a la última moda en lo que a vestimenta se refiere, ser un hacha en los deportes y tener manadas de fanáticos que te consideran la persona favorita del universo. Yo no acierto a comprender cómo podría vivir así, yo, que en todos mis años de universitario tuvo dos novias, me líe con tres tías, y usaba dos pares de vaqueros mientras vivía en casa de mis padres y hacía malabarismos con mi economía y ni tiempo para poder pasar algún que otro fin de semana salvaje. A ver, supongo que no soy el epítome del estudiante de estudios superiores, y que habrá quién desde luego se lo haya montado mejor que yo; sin embargo, visto lo visto en mi facultad y en todos los estudiantes de mi edad que me rodeaban, desde luego la cosa no era tan diferente a la mía.

Todos soñamos con que, al ir a la Universidad, se abrirá ante nosotros una época maravillosa de libertad, desfase y entretenimiento como no tendremos otra en nuestra vida. Y con ese pensamiento en mente, nos gusta disfrutar de cada minuto, de cada sensación, de cada vivencia. Luego resulta que los españolitos no estamos hechos para tanta sofisticación, y aunque al principio nos frustra un poco, e incluso nos jode, que las cosas no sean ni de lejos como las imaginamos, al final nos damos cuenta de que disfrutamos esos años igualmente, sólo que con un sabor a la española.